Cuando estamos preocupados intentamos encontrar una solución a los problemas de forma teórica, tratando de llegar a una solución antes de ponernos en acción. La excesiva necesidad de tener claro la solución que escoger y si ésta será efectiva ante el problema nos genera una obsesión que nos hace pensar más en el problema y tardar más en actuar. La solución estaría en dedicarle más tiempo a vivir en vez de a rumiar, lo que requiere detener las obsesiones antes de que aparezcan.
Una de las técnicas utilizadas para eliminar las obsesiones es dedicar un tiempo voluntario a las preocupaciones, preferentemente por escrito, con el fin de convertir en voluntario lo que hasta el momento es un elemento involuntario. Cada día, a la misma hora, hay que escribir durante veinte minutos sobre todas las preocupaciones, sobre uno mismo y las circunstancias de la vida. Esto permite que las preocupaciones no nos lleguen a desbordar.
Cada vez que nos venga alguna duda, en vez de responder, tenemos que decirnos: "No existen respuestas inteligentes a preguntas estúpidas".
Si esto no sirve para detener la preocupación, podemos escribir todas las respuestas que acompañes a las dudas, así, conseguiremos que un mecanismo mental involuntario se vuelva voluntario y podamos llegar a la solución de manera consciente.
"Vencer sin combatir requiere no hacer casos a los pensamientos
y seguir atendiendo a nuestros asuntos. De esta manera
la obsesión dejará pronto de llamar a nuestra puerta".
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