viernes, 5 de julio de 2013

Liberarse del estrés

Sabemos que las tensiones producen contracturas y rigideces, pero también es cierto lo inverso: desahaciendo esas contracciones, la mente se calma. Por eso, relajar el cuerpo es liberarse del estrés. 

Cuerpo y psique son aspectos relacionados. Del mismo modo que toda tensión emocional se traduce en una contractura muscular, cualquier represión psíquica no expresada produce contracturas musculares permanentes. Éstas, al cronificarse, acaban por pasar inadvertidas, pero producen alteraciones fisiológicas que alteran nuestro nivel de vida. Los conflictos emocionales se expresan así, a través del cuerpo, por lo que mediante un trabajo de relajación muscular se consigue deshacer estas contracturas de forma lenta y segura. Al mismo tiempo, van desapareciendo las consiguientes tensiones emocionales, y los asuntos que alteran nuestra mente van perdiendo proporcionalmente su importancia. 

Relajados cuerpo y mente, la vida afectiva deja de estar pendiente de mil estímulos y cambios superficiales adquiriendo una profunda estabilidad. La mente reduce su hiperactividad pasando a un estado de serenidad que nos da mayor claridad. Algunas actitudes pueden resultar útiles a la hora de mantenernos relajados y evitar estados de estrés y ansiedad:
  • Autoconfianza: intenta evitar compararte con otros, cada uno tiene sus propias virtudes y formas de hacer las cosas.
  • Aceptación en lugar de control: tener claro qué podemos controlar y qué no. Generalmente, lo único que podemos tener bajo control son nuestras propias acciones.
  • Distanciamiento de los problemas: prueba a mirar lo que sucede como si fueras otra persona, o bien como si ese problema fuera de otra persona o como si ya hubiera pasado mucho tiempo. 
  • Vivir el momento presente: nos libera de las cadenas de todo lo que ha sucedido, así como de todo lo que vendrá. A través de la atención podemos entregarnos en cuerpo, mente y alma al aquí y ahora. 

"Aunque no podamos evitar que los pájaros de la tristeza vuelen sobre nuestra cabeza, si podemos prevenir que aniden en nuestro cabello."
Te propongo una adaptación resumida del método de Jacobson, que si te habitúas a practicarla regularmente, reducirás drásticamente tu estrés.


  1. Escoge un sitio recogido y tranquilo en el que nadie te moleste. Puedes estar sentado o tumbado, lo principal es que estés cómodo durante todo el rato que vaya a durar la experiencia. 
  2. Empezar con respiraciones lentas y completas. Insipras, y cuando estés lleno, retienes el aire unos segundos para soltarlo de forma lenta hasta quedarte totalmente vacío. Mantienes ese vacío de aire durante unos segundos, tras lo cuales vuelves a tomar aire iniciando de nuevo la secuencia. 
  3. Siguiendo la secuencia de respiración, durante la inspiración cierra con fuerza los puños de tus manos, y al soltar el aire suéltalos. Repite tres veces esta secuencia de apretar y soltar. Después de tres veces, añade a los puños la tensión de ambos brazos hasta los hombros y su posterior relajación durante otras tres respiraciones. 
  4. Realiza otra secuencia de tres respiraciones en la que, además de el total de los brazos, tensa y destensa los pies. Después, añadiremos en otras tres respiraciones, la tensión y distensión de las piernas y nalgas. 
  5. A continuación, junto con la tensión de las cuatro extremidades (piernas y brazos), arquea suavemente la espalda, hinchando lo más que puedas el pecho, para finalmente soltar y relajar todo el conjunto. Todo en una secuencia de tres respiraciones completas. 
  6. Seguimos elevando el nivel de ejercicio implicando la zona del abdomen. En esta parte es importante que alargues el tiempo en el que retienes el aire y e tiempo en el que te mantienes sin él. Lo más importante es que prestes atención a tus sensaciones cuando estás totalmente relajado. También durante una secuencia de tres respiraciones. 
  7. El último paso de la práctica es incluir el rostro en la tensión y distensión. Primero, en entrecejo; después, los párpados y ojos; más tarde, la nariz; y, para acabar, los labios y mandíbula. Mantén la secuencia de tres respiraciones ara cada una de las partes del rostro, ya que, además de la musculatura facial, estamos aflojando toda la máscara de tu expresión. 
  8. Una vez completado el ejercicio es bueno que te quedes en calma durante un par de minutos dejando que tu cuerpo entre en reposo. Date cuenta de la tranquilidad en la que ha debido quedar tu mente. 
Esta práctica, además de un profundo bienestar, produce un incremento del grado de conciencia corporal, permitiendo a los pocos dias de su utilización diaria la rápida localización y paulatina relajación de tensiones musculares profundas. Con un poco de paciencia vas a adquirir la suficiente sensibilidad para detectar en qué momentos o situaciones te tensas y cómo aflojarte con relativa facilidad. 

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