martes, 27 de agosto de 2013

La jaula de la imagen

El prototipo de mujer que que nos encontramos hoy en día en los medios de comunicación y en las pasarelas de moda mide 1,80 cm, usa la talla 36 y pesa 52 kilos. Sólo del 1 al 3% de la población femenina presenta una constitución similar y, sin embargo, esta moda marca el camino a seguir por millones de mujeres por todo el mundo.

Se trata de un patrón que pretende establecer que la norma de la mujer adulta es tener un cuerpo de adolescente. Así, todas las mujeres establecemos una comparativa entre este modelo socialmente establecido y nuestra propia realidad corporal. Nos hace sentir insatisfechas con nuestra autoimagen, lo cual puede favorecer y acentúa gran parte de los trastornos de alimentación.

¿Cómo se puede explicar que tantas personas estén sufriendo por ello?

En las sociedades desarrolladas, en las que las necesidades básicas están cubiertas y las personas no tienen como principal objetivo la lucha por la supervivencia, las personas buscan una forma de autorrealizarse, de alcanzar mayor nivel de bienestar más allá de lo básico.
Y claro, los medios de comunicación no paran de ofrecer aparentes soluciones, como un prototipo estético al que se le otorga admiración, valor, deseo, atención... de manera que pocos se resisten a querer alcanzarlo también.

La fijación obsesiva en el peso y las formas a través del control de la alimentación pasa a ser así uno de los cambios que hay que transitar para llegar a ese falso paraíso, aunque el premio que se puede obtener es distinto: una espiral progresiva de sufrimiento y frustración.

Para recibir el reconocimiento y aprecio de los demás primero debemos apreciarnos y respetarnos a nosotros mismos. En la infancia, el bienestar personal surge de fuera hacia dentro; pero en la madurez, este proceso se debe invertir, tenemos que empezar por nuestra propia valoración y respeto personal.



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